miércoles, 6 de mayo de 2009

La extraña epidemia

Fernando Escalante Gonzalbo
Infolatam/ México DF, 6 mayo 2009

(Especial para Infolatam).- "La economía mexicana tardará bastante en recuperarse del golpe, sobre todo en el sector turístico. Los funcionarios de la OMS se felicitarán por la eficacia de sus procedimientos para evitar la inminente catástrofe.
Y el gobierno de Felipe Calderón, según las primeras encuestas, ha recuperado credibilidad: hasta un 75 por ciento, por lo visto, piensa que ha actuado con energía y ha hecho lo correcto. En julio hay elecciones".
A quince días del anuncio de la epidemia de gripe -gripe A, gripe porcina, virus N1H1, influenza-es difícil entender lo que ha sucedido en México. O en el resto del mundo. Nada, a la vista de los números, nada parece justificar las reacciones de verdadera histeria de muchos gobiernos, de la Organización Mundial de la Salud. Las cifras confirmadas para los primeros días de mayo, en México: 473 personas contagiadas, la mayoría ya dadas de alta, y alrededor de 20 muertos como consecuencia de la enfermedad que, diagnosticada a tiempo, se cura con un antiviral bastante común y corriente, en un país de cien millones de habitantes.
Sin duda, podría haber habido muchos más casos si no se hubiesen tomado medidas preventivas, pero una epidemia tan devastadora como la que anunciaban los medios de comunicación de todo el mundo habría dado cifras muy diferentes (el número de víctimas, por cierto, alto para una enfermedad curable con cuidados mínimos, no necesita mucha explicación en un país con cuarenta millones de personas bajo el límite de la pobreza).
El país estuvo paralizado casi por completo durante una semana, suspendidas las clases en todos los colegios, cerrados los estadios, los cines, incluso los restaurantes en el Distrito Federal. En Estados Unidos, con unos 300 casos confirmados, en España con casi 60, ni remotamente se piensa en tomar medidas semejantes. ¿Qué sucedió en México? A estas alturas es indiscutible que la reacción de las autoridades fue desproporcionada, también la atención de la prensa internacional o los gestos muy poco amistosos de gobiernos como los de España, Cuba y Argentina, que han aconsejado a sus ciudadanos que no viajen a México o, de plano, han cancelado los vuelos.
Tengo la impresión de que todo ello es resultado de un cóctel muy del nuevo siglo. Para empezar, es obvio y no necesita más explicación, la avidez de los medios, necesitados de noticias cada vez más escandalosas. También el miedo de las sociedades modernas, obsesionadas con la salud, y que querrían lo imposible: tener previsto lo imprevisible, previsto y resuelto de antemano.
El tercer ingrediente, secuela lógica de lo anterior, son los protocolos y pautas de la OMS para casos de epidemias, elaborados tras la amenaza de la gripe aviar de hace cuatro años: muy seguramente las autoridades sanitarias mexicanas no han hecho más que seguir los lineamientos de la OMS, que sin duda sirven para detener una epidemia, pero que tienen otros muchos costos (los que nunca toma en cuenta el médico cuando prescribe un régimen).
Y habrán hecho lo mismo, por cierto, con los aditamentos que exigiera la publicidad local, los gobiernos de España, Cuba y Argentina. Algo más: el miedo del gobierno mexicano de que se le acusase de negligencia o, visto de otro modo, la necesidad de mostrar energía, eficacia, decisión, a dos meses de las elecciones federales para renovar la cámara de diputados. Los medios, la globalización, el miedo, la obsesión por la salud, la democracia, la imagen. Eso, un cóctel del nuevo siglo.
Es muy pronto para sacar cuentas, pero el saldo es bastante dudoso. No sé cómo haya sido en otras partes, pero en México los medios masivos hicieron sin duda un buen negocio: pocas veces habrá habido tanta gente, tanto tiempo, pegada a la televisión en espera de alguna noticia. Según lo más probable, no habrá una pandemia catastrófica ni la humanidad desaparecerá contagiada por los mexicanos.
La economía mexicana tardará bastante en recuperarse del golpe, sobre todo en el sector turístico. Los funcionarios de la OMS se felicitarán por la eficacia de sus procedimientos para evitar la inminente catástrofe. Y el gobierno de Felipe Calderón, según las primeras encuestas, ha recuperado credibilidad: hasta un 75 por ciento, por lo visto, piensa que ha actuado con energía y ha hecho lo correcto. En julio hay elecciones.
Empiezan a circular en México, como es natural, especulaciones sobre los oscuros motivos del gobierno para exagerar la importancia de la crisis sanitaria. Algo parecido se diría si se pudiera sospechar que la había minimizado. Males son del tiempo...