viernes, 10 de julio de 2009

UNIVERSITARIOS 3 (Debilidades)

Cosas Pequeñas
Juan Antonio Nemi Dib

La universidad pública no debiera ser un coto hermético y reservado a sus integrantes ni un gremio estanco con privilegios para sus socios y, menos todavía, un ente autárquico sin obligaciones para con la sociedad que, al menos en teoría, la mandata. El origen fiscal de los fondos que sostienen a la universidad pública pero sobre todo las capitales funciones que le corresponde desempeñar en beneficio de la sociedad a la que se debe, convierten a cualquier institución pública de educación superior en asunto de interés público.
En Veracruz, la Constitución es muy clara: “La Universidad Veracruzana es una institución autónoma de educación superior... tendrá la facultad de autogobernarse, expedir su reglamentación, y nombrar a sus autoridades; realizará sus fines de conservar, crear y transmitir la cultura y la ciencia, a través de las funciones de docencia, investigación, difusión y extensión, respetando las libertades de cátedra, de investigación, de libre examen y discusión de las ideas; determinará sus planes y programas; fijará los términos de ingreso, promoción y permanencia de su personal académico; y administrará libremente su patrimonio…”.
En ninguna parte dice que esas facultades la eximan de rendir cuentas, de actuar con rigurosa transparencia, de cumplir metas precisas, de usar con acierto y eficacia los fondos, de medir objetivamente sus resultados a partir de las necesidades sociales que debe satisfacer, así como propiciar su propio crecimiento y desarrollo, orientado siempre a la comunidad y no únicamente a sus alumnos y empleados. Tampoco sugiere que pueda o deba ir a su aire, sin tomar en cuenta los requerimientos educativos generales del Estado y/o apartándose de plano de las políticas oficiales en la materia.
Más claro: lo que la sociedad necesita de su Universidad no siempre coincide con las expectativas y demandas de los estudiantes ni con las de los trabajadores o directivos universitarios. Lamentablemente, no son pocas las veces en que una interpretación ramplona y simplista del concepto de autonomía universitaria convierte en “intromisión” y “agresión” las opiniones y cuestionamientos que se hacen desde fuera de la Universidad. Es una actitud perniciosa por antidemocrática y porque permite autocomplacencia y abusos. Siguiendo la teoría burocrática weberiana, esa cerrazón defensora de una autonomía a ultranza presupone que la Universidad sólo tiene que ver para dentro de sí misma y permite que se privilegien intereses individuales de algunos miembros de la comunidad universitaria, por encima y a veces en contra del interés general.
Una cosa es la inmoral e injustificada intromisión desde el poder o desde los grupos de interés en la vida universitaria en aras de objetivos pervertidos o disputas parcelarias y otra muy diferente es el derecho legítimo de cualquier ciudadano a indagar y cuestionar a la universidad pública y a los universitarios que, por cierto, desde el rector hasta el jardinero eventual, pasando por investigadores, maestros y administrativos, son servidores públicos y como tales debieran tratarse, evaluados y considerados sin matices, como sujetos de responsabilidades administrativas.
A propósito, el tema laboral es probablemente el más sensible para las autoridades, pero uno de los grandísimos pendientes en la agenda universitaria, que no por su complicación debiera eludirse. De acuerdo con el documentado y lúcido estudio que Octavio Ochoa Contreras ha hecho público recientemente, la UV tiene un 43% por ciento de empleados que no realizan tareas académicas, lo que casi duplica los estándares recomendados a nivel nacional. Si esto es cierto, la UV paga el doble del personal de apoyo del conveniente. ¿Son necesarios tantos empleados?, ¿y si parte de esos recursos se aplicara a docencia e investigación?, ¿el personal es productivo, es honorable y está comprometido con la Universidad?, ¿prevalece aún la cultura de “yo no barro aquella acera porque nomás me toca la de este lado y me regaña el Sindicato”?, ¿los empleados universitarios realizan buenas prácticas y hacen su trabajo con esmero, sin limitarse al mínimo indispensable?, ¿cuántos eventuales hay?
Por muy “conquista laboral” que sea, el servicio médico que reciben los trabajadores de la UV excede la lógica y la equidad. Con lo que se ha gastado en este rubro, ya se hubieran construido y equipado hospitales y clínicas universitarias de calidad, destinados también a la enseñanza de ciencias médicas y hasta a generar ingresos al patrimonio universitario. ¿Por qué se cancela esta prestación a los jubilados?, ¿qué garantía hay de que no se cometan fraudes y abusos con este laxo mecanismo de pago de servicios médicos? En el peor escenario, ¿por qué no compran una póliza colectiva de seguro y ahorran cientos de millones?
En otro tema aún de mayor trascendencia, un universitario que quiere a su Institución me escribió: “Sería bueno comparar a la UV no sólo con los ‘rankings’ que muchas veces no dicen nada, sino evaluar si la Universidad en verdad responde a las necesidades que le plantea la sociedad. ¿Cómo está la UV en relación con las tendencias nacionales o internacionales respecto a la educación superior?, ¿qué tipo de profesionistas está egresando?, la formación que imparte, ¿es adecuada para los escenarios actuales?, la investigación y quienes la hacen, ¿realmente están dando frutos o sólo están simulando?” Es una observación pertinente: ¿cómo le va a los egresados de la UV?, ¿se compensa su esfuerzo personal y el costo de su educación superior con su desempeño en el mercado laboral?, ¿pueden los egresados de la UV reintegrar a la sociedad y a sus familias aunque sea en parte los esfuerzos desplegados para su formación?, ¿el perfil y la calidad de los egresados de la UV, son lo que nuestro país y Veracruz necesitan?, ¿son prestigiados los egresados de la UV, tienen opciones de trabajo acordes con su entrenamiento?, ¿reciben educación integral que les prepare para la vida y para servir?, ¿vale la pena este gran esfuerzo?
Luego está el asunto de la interacción entre la Universidad y la comunidad: ¿de qué manera se abre la UV para divulgar y extender el conocimiento como patrimonio social a todos los veracruzanos?, ¿de qué forma la UV aplica sus recursos a mejorar la calidad de vida de la gente? En lo académico, ¿qué nivel de éxito real tiene el Modelo Educativo Integral y Flexible, en qué ha fallado?, ¿cuál es la calificación de la UV en lo relativo a profesores con perfil ideal? Otro tema crítico es la inequidad con la que la Federación trata a los veracruzanos, que cargamos con el mayor costo universitario de México, el 54% del presupuesto de la UV, contra otras universidades a las que la Federación subsidia con el 100%. ¿Por qué hay déficit financiero en la UV?
La lista de pendientes y preguntas no se agota en estas líneas. Evidentemente, quien resulte escogido por la Junta de Gobierno como próximo Rector de la UV, tendrá enormes retos por delante. Ya veremos qué propone para enfrentarlos cada uno de quienes aspiran a serlo.
antonionemi@gmail.com

Universitarios 2 (Fortalezas)

Cosas Pequeñas
Juan Antonio Nemi Dib

Aparentemente la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana habría extralimitado sus funciones al modificar el calendario procesal para la renovación del rectorado o, al menos, se estaría excediendo en sus atribuciones al hacer una interpretación sui géneris de la normatividad universitaria. Esto opinan 2 abogados que conocen la entraña de la UV, incluyendo sus reglamentos, y que por separado me expresaron su punto de vista. Alguno de ellos se pregunta, además, si fue correcto y legítimo que publicitaran los nombres de las personas inscritas para ser consideradas como candidatos a rector, ya que dicha publicidad no está prevista en la Ley y ni siquiera en la Convocatoria expedida por la propia Junta.
De cualquier manera, si los nueve integrantes de este colegiado actúan con auténtico espíritu de servicio, con imparcialidad y de manera honorable, tomando su decisión en función de los mejores intereses de la propia Universidad, de toda la comunidad universitaria y, principalmente, del interés público –es decir, de los contribuyentes que financiamos con nuestros impuestos a dicho centro de educación superior—, estas presuntas fallas procesales serán irrelevantes.
En caso contrario, es previsible que el clima hostil que viene caracterizado a este proceso sucesorio se encone aún más. Y eso sería muy lamentable, pernicioso para todos y principalmente para la UV. El prestigio es uno de los grandes atributos de cualquier corporación educativa y se constituye con los logros académicos, pero también con las buenas prácticas institucionales, con la conducta de profesores, alumnos, investigadores, autoridades y personal de apoyo. Cuesta mucho trabajo construirlo y se pierde en un instante.
Independientemente de sus causas, los escándalos escolares, aquí y en China, no son buena materia prima para el mérito académico y cuando ocurren, son resultado de la negación de los principios de universalidad, la ausencia de debate informado y la escasez de valores de inclusión, respeto y tolerancia por lo diverso, que son esencia de cualquier buena universidad. En el otro extremo está el hecho cierto de que ni la defensa de la autonomía ni cuidado del prestigio deben pretextarse para no discutir críticamente temas sustantivos o dar pie a la autocomplacencia. Universidad debe ser sinónimo de análisis, reflexión documentada y, de acuerdo con la lógica del método científico, criterios comprobables de verdad.
Si el clima ácido continuara –ojalá que no— asumo que tampoco sería justo atribuir toda la responsabilidad a la Junta de Gobierno, a la que podrá calificarse por una buena o mala selección del próximo rector de la UV, pero no por el comportamiento de quienes aspiran a serlo ni de sus apoyadores. También es cierto que la gran trascendencia de la decisión y el interés que concita el nuevo rectorado no cancelarán las discusiones de los universitarios sobre su presente y su futuro, más allá de la coyuntura sucesoria.
La Junta de Gobierno en primer lugar, pero en realidad todos universitarios –incluyendo por supuesto a los aspirantes a ocupar la Rectoría— están más que obligados a proteger a la Universidad. Un buen punto para empezar es reconocer sus fortalezas, que no son pocas. Por ejemplo, el que un año escolar en la UV cueste aproximadamente la mitad que en la UNAM, o que la UV ofrezca en este momento 26 programas educativos más que la propia Universidad Nacional Autónoma de México.
Ante la presión demográfica, la UV ha hecho esfuerzos para atender la demanda; es la universidad pública cuya matrícula más ha crecido, pasando de 13,428 lugares en 2003 a 16,321 en 2009, un incremento del 21%. La UV admite cada año al 40% de los 36 mil jóvenes que solicitan su ingreso; la UNAM recibe al 9%. 209 catedráticos de la UV forman parte del Sistema Nacional de Investigadores; el 28% de los maestros de tiempo completo tienen doctorado.
Por 7 años consecutivos, la SEDESOL ha otorgado a la UV el Premio a la Excelencia del Servicio Social Comunitario. Según Josefina Vázquez Mota, la UV ofrece el mejor proyecto de universidad intercultural del País. Programas de vanguardia como la licenciatura en metalurgia y materiales son resultado de una exitosa vinculación de la UV con el sector productivo del Estado. La política editorial y la difusión cultural confirman y acrecientan la rica tradición que prestigia a la Universidad Veracruzana.
La UV investiga y genera nuevos conocimientos en biodiversidad del trópico y usos racionales de éste, en conservación y producción de especies vegetales de interés, en preservación de ecosistemas y biodiversidad, en uso racional de sistemas marítimos y pesquerías, en tecnología e ingeniería de alimentos, en modelación matemática y estadística, en nanotecnología y neuroetología; tiene convenios de colaboración científica con EUA, Japón, Alemania, Brasil, España, Francia, Italia, Cuba y China. La licenciatura en Ciencias Atmosféricas –única en su tipo en el País— coordinó el “Programa Veracruzano ante el Cambio Climático”, financiado inicialmente con recursos ingleses.
A pesar de que existen universidades más grandes, la UV es la quinta del país en el número de egresados y la segunda en el número de titulados. Más y mejor infraestructura universitaria es una evidencia inobjetable (la USBI de Ixtaczoquitlán, la de Córdoba, la Facultad de Pedagogía y el Instituto de Investigaciones en Educación). La lista de avances y fortalezas es consistente y reconocible, pero también hay debilidades y problemas cuya envergadura no es menor. Abordaré algunos en la próxima entrega porque, a fin de cuentas, la designación del nuevo Rector será adjetiva y complementaria frente a la necesidad de resolver los grandes retos de la Universidad Veracruzana.
La Botica.- Terminadas las campañas testimoniales, la verdadera batalla electoral empieza ahora, en la semana previa a la elección. Se decía que “las elecciones se ganan en las urnas” pero todo indica que este axioma será sustituido por otro: “las elecciones se ganarán en los tribunales”. Ante la penuria democrática, sus señorías acabarán “interpretando el mandato ciudadano” que expresen los miles de votos que van a impugnarse en todo el País. antonionemi@gmail.com