martes, 26 de enero de 2010

SULTANA

Cosas Pequeñas
Juan Antonio Nemi Dib

Aviones repletos. Y no sólo los promocionales, que alimentan líneas de relativamente bajo costo. En todas las terminales del aeropuerto –son tres— la gente pulula, literalmente, de arriba a abajo y de abajo a arriba. Los vuelos empiezan mucho antes de que salga el sol y apenas aminoran muy de noche.
Son amables. La cortesía y la explicación necesaria no se le niegan a nadie: una ruta, un domicilio, un restaurante que sirva buen cabrito. Pero es claro que cada quien va a lo suyo, con una agenda muy propia; y parece que esto atañe a todos los estratos sociales: chicos y grandes, jefes y empleados, todos en su rollo.
La fama que tienen para adaptarse a las cambiantes condiciones del mercado se refrenda: en la Macroplaza, 4 payasos y una payasa improvisan (¿?) una suerte de obra de teatro callejera (‘performance’ les dicen ahora); saben que cada uno, por su cuenta conseguiría dos o tres pesos, como limosnas; en cambio, juntos, atraen al respetable que se ríe con su bromas más pesadas que infantiles y se convierte en coprotagonista de un montaje por el que pagará con gusto.
Presumen uno de los ríos artificiales más grandes del mundo. Cinco kilómetros de recorrido (en ida y vuelta) que empiezan precisamente junto al Museo de Historia, apenas a unos pasos del Palacio de Gobierno, dotados de limpia –transparentísima— agua que alcanza para cubrir 120 centímetros de profundidad, 65 metros de ancho en su parte mayor, 4 en la más angosta y 9 metros de anchura promedio. Alimentado –igual que sus 24 fuentes— por los ojos de agua de Santa Lucía, que antaño se vaciaban cruelmente al drenaje, el curso permite que voluminosas lanchas panorámicas le lleven a uno hasta el “Parque Fundidora”, un ejemplo mundial de recuperación urbana, descontaminación y espacio exitosamente dedicado a la recreación y a la divulgación del conocimiento científico y tecnológico.
Imposible disfrutar la inmensidad del “Fundidora” en un solo día. Apenas un rato para gozar de exquisita cena en el restaurante-mirador en que convirtieron al horno dos. Se puede subir más desde un elevador panorámico que primero se inclina y luego le lleva a uno hasta la terraza junto a la chimenea del crisol, a muchos metros de altura. Esculturas, museos, prados verdes, pistas, patines, canchas y un aviario dedicado a cotorros de distintas especies en peligro de extinción; poco que alcancé a percibir, de lo mucho que hay.
Contrasta la limpieza del “Fundidora”, y la de casi todo el territorio de estos 12 municipios conurbados, con mucha basura desperdigada en los arriates, parques y avenidas del centro histórico; la calle Morelos, eje de comercio y turismo, repleta de gente. En esta tierra en que las tiendas de mascotas cobran dos pesos de entrada (“reembolsables con su compra”) y en algunas fiestas se pide a los invitados que acudan junto con lo que van a comerse, las ideas también contrastan. El ilustrado se duele de la corrupción y la compra de votos por parte de los gobiernos priístas, critica amargamente la violencia que se ha enseñoreado y da cuenta de reiterados casos de secuestro y cobros de “derecho de piso” por parte de la delincuencia organizada; “el actual gobernador –dice— es un joven que no acaba de integrar su gabinete, que no tiene idea de cómo resolver los problemas de inseguridad y se dedica a cortar listones”.
El taxista revira que “es un buen muchacho” y respecto del antecesor afirma: “lo critican mucho pero ‘Nati’ trabajó”; cuando se le pregunta por la seguridad pública, el chafirete se enoja y dice convencido: “aquí no pasa nada, usté puede andar por onde quiera a la hora que quiera”; “oiga –le insiste el pasajero— pero acaban de matar a una señora que iba con sus niños” y entonces enfurece: “¡Ah… ah… ah… pero eso fue el año pasado [en diciembre], fue una bala perdida y además, lejos de la Ciudad, en la salida pa’ Reynosa, donde se juntan los malos; no tiene nada que ver con nosotros. Aquí es seguro”. Y sentencia: “Hay mucho dinero; los que quieran vivir, que trabajen, así somos en el Norte. Sólo a los huevones les va mal, a los que esperan un kilo de tortillas que les regalan los políticos; yo no los acepto” asegura.
Un amigo tercia: “me dijeron que hay un despacho en Laredo que ayuda a tramitar la residencia en EUA y a constituir empresas; cada vez más gente se va, a causa de los secuestros y los chantajes. Hay toda una ingeniería para escapar: si ‘levantan’ a alguien de los tuyos, primero sacas a toda tu familia y ya desde el otro lado negocias, si no te vuelven a pegar.”
Primera semana de “buen tiempo”, luego de muchas de malo, agresivamente frío. Hoy, 35° a la sombra, en pleno enero, así se las cuecen en Monterrey, donde la crisis ni se ve ni se siente.

antonionemi@gmail.com