sábado, 30 de enero de 2010

Sí se pudo

El Dianche
Guillermo Manzano

Hace unos dos años –días más, días menos- el Dianche mencionaba el honroso segundo lugar mundial en obesidad. Se hizo gala de los adjetivos empleados entre los amorosos: gorda, gordito, bomboncito, pastelito y demás cursilerías de las que somos capaces de decir en los momentos menos oportunos. También se mencionó esa costumbre añeja de que los niños rollizos eran niños sanos. En fin, hacíamos votos por no quedarnos en el segundo lugar, y aunque sea en esto de la obesidad, por lo menos fuéramos referencia de algo.
Ahora, Felipe Calderón nos ha dado la buena nueva: primer lugar en obesidad infantil en el mundo. ¡Sí señor! ¡Sí se pudo, como chingaos no! Por supuesto que para haber alcanzado esta meta se contó con el invaluable apoyo del grupo Bimbo y sus exquisiteces que venden en cualquier tiendita de la esquina. Al grupo Pepsico, por ser un constante patrocinador de frituras en las escuelas y, no se puede dejar de mencionar, a la Secretaría de Educación Pública (SEP) por permitir que estos grupos alimenticios con espíritu filantrópico expendan sus productos en todas las escuelas del país.
El sacrificio de nuestro pueblo tuvo su recompensa. Porque debe hacerse notar que los mexicanos podemos quejarnos de todo, pero jamás lo haremos de un buen sangüich con Pan Bimbo, mayonesa Macornic y jamón Fud. Un buen desayuno de con fleis y jot keis, aderezados con leche nesclé y un rico y aromático Nescafé. ¿Se imagina Usted una comida tradicional mexicana sin una Coca Cola de tres litros enmedio de nuestra mesa? No. Por supuesto que no. La vida sería más dura si no tuviéramos nuestros nortomates y norsuizas. No tendría sazón nuestros guisos.
¿Y que me dice de lo bueno que resultan para nuestros hijos los danoninos? Pues no crecerían grandes y fuertes como sus papás. Tampoco podemos dejar al futuro de México sin su Yacúl, su Guerber o su Pau-Pau. No tendríamos futuro. Y eso lo sabe nuestro bienamado Presidente Felipe Calderón, por eso apoya a todas estas empresas, para que sigan con su labor altruista de tener sanos y fuertes a nuestros querubines.
La obesidad no es un mal, es una forma de vida. Por milenios la gente ha querido a los gorditos. En culturas milenarias son casi deidades, sino pregunte a los japoneses como idolatran a sus deportistas de sumo. Ser gordo es una garantía de triunfo; ahí está Agustín Carstens, ex secretario de hacienda y actual presidente del Banco de México. ¿Hubiera llegado a tan altas responsabilidades si no hubiese tenido tan redonda figura?
En fin, la cosa es que ya logramos ser los primeros en el mundo con eso de la obesidad infantil. Motivo más que de orgullo. Vale madres si la selección de fútbol es eliminada en el mundial de Sudáfrica, si el América no es campeón o si los festejos del Bicentenario son una estrella más del canal de las estrellas. Todo se puede ir al carajo, ¡somos primer lugar mundial! ¿Quién es el valiente que nos los niegue?
Hoy rendimos un homenaje a los pioneros de tan larga y prolongada lucha: Ñoño, el Panzón Panseco, Chachita, Sheyla, el Señor Barriga, la Tonina Jackson, Oliver Hardy, (el Gordo, sin el Flaco), Victorino, Meat Loaf, Pavarotti, Demiss Rousso, Jorge Porcel, Súper Porky y demás hombres y mujeres que, desde el anonimato, han luchado por refrendar la estética de lonjas y jamones. Auténticos estetas de la felicidad, recuerde: barriga llena, corazón contento.
Por supuesto que no debemos mandar a repicar las campanas. Esto es apenas el principio de una estrategia del Gobierno Federal panista en contra de esas enfermedades exóticas y extranjerizantes como la anorexia y la bulimia. Ya lo dicen las Sagradas Escrituras: la lujuria es pecado carnal; por eso, nuestros gobernantes saben que debemos de tener carne para ser unos pecadores estándar y poder obtener la Gracia del Señor.

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