miércoles, 25 de marzo de 2009

Teléfono Rojo

* De pederastas y pervertidos

Eliseo Tejeda Olmos

Ya no hay institución que se libre de la vergüenza de sufrir un escándalo porque alguno de sus miembros sea un pervertido que abusa de los niños o niñas. Aunque se les ha dado por llamar de manera general pederastas a los que abusan sexualmente de los menores de edad, lo cierto es que el calificativo es para quienes realizan actos de homosexualidad en agravio de niños aprovechando su inocencia e indefensión, mientras que el pervertido actúa en contra de estos y de las niñas.
En Xalapa, desde el pasado fin de semana se ventila el caso de un profesor, Diego Rivera Hernández, quien fue descubierto por la abuela cuando abusaba de su nieta a la que supuestamente iba a apoyar para regularizarla en sus estudios. Los condenables hechos fueron en la casa de la abuela y no en la escuela primaria “José María Morelos y Pavón” a la que asiste la pequeña y en la que prestaba sus servicios el profesor que ya fue consignado ante la autoridad correspondiente y recluido en Pacho Viejo.
Serán las autoridades, Ministerio Público y Juez, uno que acusa y el otro que determine en base a las pruebas presentadas si el profesor es culpable o inocente.
La demanda de justicia no solamente de los agraviados sino también de padres de familia solidarios está plenamente justificada, pero –y no podía faltar- ¿porqué argumentar que esa justicia alcance al director de la escuela primaria, el profesor José Martínez Fernández, a quien algunos desde el anonimato y escudados en la turba acusan de proteger al pervertido Diego Rivera Hernández?
Es fácil sumarse al grupo, gritar consignas y elevar el puño aprovechando que se es uno más. Algunos buscan la notoriedad que no han conseguido en sus actividades cotidianas y no les importa a quien haya que señalar aunque no se tenga fundamentos. Así son los linchamientos en donde la razón es pisoteada por la barbarie que no deja de presentarse aún en estos tiempos civilizados.
Conozco desde hace unos 20 años al profesor José Martínez, desde que comenzó a funcionar en un estacionamiento de la unidad habitacional de El Sumidero la escuela primaria “José María Morelos”. Para quienes pudieran anticipar que hablo sobre un plantel y profesores que no conozco les informo que mis tres hijos cursaron los estudios primarios en esa escuela.
No solamente traté al maestro José como padre de familia, sino en un tiempo como directivo de la Sociedad de Padres de Familia. Al igual que otros que le conocen, padres de familia y profesores, puedo avalar la conducta honesta y vertical del Director de la “José María Morelos y Pavón” en su turno matutino.
También soy testigo del esfuerzo que junto con profesores fundadores y otros que llegaron después, ha encabezado el maestro José Martínez para hacer de una modesta escuela sin edificio propio, que comenzó sus clases en unas galeras prestadas por una de las constructoras de la unidad habitacional de El Sumidero, el plantel que hoy es, al que todavía le hacen falta muchas cosas, pero que ha crecido para convertirse en un espacio digno para profesores y alumnos.
Como lo dije al principio, ya no hay institución sin mancha por culpa de que alguno o algunos de sus miembros han caído en la perversión de menores –y hasta de mayores-. Pero eso no justifica de manera alguna que se manche la dignidad e integridad de todos los que forman parte de una escuela, una iglesia o una agrupación civil.
Que las autoridades competentes apliquen la justicia en el caso del profesor Diego Rivera Hernández, que le dejen caer todo el peso de la ley si es culpable y que los agraviados y quienes nos solidarizamos con ellos exijamos el cumplimiento del deber y obligación de los que están encargados de administrar la justicia.
Pero no actuemos como una turba de linchamiento que ni siquiera protesta en el lugar debido, que en este caso dbería ser frente al Juzgado que conoce el delito y mucho menos permitamos que unos cuantos aprovechen antipatías personales para llevar agua a su molino y desde el anonimato acusen al profesor José Martínez de encubridor y protector de delincuentes.
No se vale tirar la piedra y esconder la mano. Si hay pruebas, con valor civil que las presenten a las autoridades correspondientes y si no, que dejen de esparcir rumores y chismes que buscan denigrar a un Profesor que ha demostrado entusiasmo por hacer crecer su escuela.

Comentarios: telefonorojo2006@yahoo.com.mx

No hay comentarios: