martes, 16 de marzo de 2010

En el fondo del narco

Cosas Pequeñas
Juan Antonio Nemi Dib

Posee una fuerza destructora que petrifica e inutiliza al más plantado. Impone su triste y conocida ley, “plata o plomo”, que como dice algún analista, siempre acaba como “plomo o plomo”. Se propone, en palabras del propio Presidente de la República, sustituir al Estado y hacerse del control político en todo el territorio nacional. Produce dolor a miles de familias y zozobra a cientos de miles. ¿Por qué ha llegado a estos niveles?, ¿qué o quiénes han permitido que toda la nación sea rehén de una espiral de violencia que sigue y sigue?, ¿qué hay detrás de las redes del narcotráfico?
1] La esencia del problema está en el consumo. Así de simple. Si no hubiese compradores de drogas, no habría vendedores. Las autoridades de los Estados Unidos reconocen que al menos 22 millones de personas (el 7% de su población) reciben tratamiento permanente contra las adicciones. La cifra exacta de adictos a psicotrópicos y drogas suaves puede ser mucho mayor (¿el doble o más?) si se incluye a las personas que se niegan a reconocer su dependencia, que no saben que la padecen o que sencillamente carecen de la voluntad y el estímulo para superarla. ¿De qué tamaño han de ser las redes de producción, transportación, almacenaje y mercadeo que surten a 22 millones de consumidores?, ¿y si fueran 44 millones de clientes dentro de EUA?
En México la cosa no es más fácil. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones 2008, en apenas seis años creció en 51% el número de adictos a las drogas ilegales y 30% la cantidad de personas que alguna vez las probaron. 43% de los mexicanos entre 12 y 25 años están directamente expuestos a las drogas y la mitad de ellos deciden probarlas para experimentar; un 13% lo seguirán haciendo con frecuencia mientras que 2% de varones y 1.2% de mujeres se convertirán en adictos. Según un reporte de Mónica Arreola, se habría duplicado el número de drogadictos mexicanos, llegando a más de medio millón de personas identificadas (aunque es el mismo caso que en EUA: ¿quién contabiliza a los adictos de clóset?; la cifra no refleja sino parte de la realidad).
En 2002, 3.5 millones de mexicanos habían probado drogas alguna vez; esa cifra pasó a 4.5 millones en 2008. Durante 1998 se comprobó que el consumo de crack y metanfetaminas se concentraba en Baja California (principalmente en Tijuana); hoy, estos venenos circulan y se consumen en todo el territorio nacional. El crecimiento en el uso de marihuana por mujeres mexicanas pasó del 1.3% al 3.3% y del 4.5% al 8.3 en hombres. El uso de cocaína en México se multiplicó por 15.
Seguramente existe pero no conozco a ninguna autoridad que se pregunte por qué las personas consumen drogas, que intente explicar el fenómeno a partir de la frustración, la desesperanza y la insatisfacción de quienes encuentran en los enervantes el escape o al menos el paliativo de sus problemas y carencias. Ahora que evidentemente somos un país de consumo masivo de drogas, lo mismo que desde aquí suele decirse a los Estados Unidos debiera aplicarse a nosotros mismos: cualquier estrategia eficaz contra el narcotráfico tiene que empezar por disminuir/desincentivar/disuadir y respaldar/proteger/reinsertar socialmente a los adictos, que a fin de cuentas padecen una enfermedad, sólo eso. Es un problema de salud pública y hacia él tendrían que ir los esfuerzos principales contra el narco.
2] La economía del narcotráfico es inmensa. Las agencias estadounidenses estiman que sus ciudadanos gastan al año un mínimo de 65 mil millones de dólares en adquirir drogas duras; de ese dinero, apenas logran incautar, aproximadamente, el 1.5%. Algunos analistas calculan que el importe de los negocios del narcotráfico en México fluctúa entre los 30 y los 40 mil millones de dólares por año. El Departamento de Estado de los EUA cifró en 23 mil millones de dólares la cantidad de dinero repatriado a nuestro país entre 2003 y 2008 en calidad de ganancias netas del narcotráfico, sin contar con las sumas que se quedan allá o acá o que se desvían a otras naciones.
No todo ese dinero está guardado en efectivo, como en las bodegas de la casa de Zhenli Ye Gon, tampoco bajo los colchones de los capos. Muy probablemente esos flujos de dinero están dentro del sistema financiero: depositados en bancos mediante ingeniosos procedimientos de engaño a nombre de “personas de bien”, invertidos en empresas realmente destinadas a producir o de parapeto (para lavado y limpieza de los fondos ilícitos), reciclándose en las propias actividades ilegales, pagando ejércitos de sicarios (plomo) y comprando voluntades (plata). También sirve para financiar lujosísimos estándares de vida con alto impacto comercial, inmobiliario, etc., que pocos empresarios se atreverían a rechazar.
Al menos en términos económicos el narcotráfico es un gran creador de riqueza, no hay duda de ello. Muchas personas y corporaciones chicas, medianas y grandes se benefician del dinero del narco. Sus niveles de rentabilidad deben ser muy altos y la proporción costo/beneficio seguramente les invita a omitir el temor a las consecuencias de participar en tan graves ilícitos.
Mientras tengan tantos clientes y ganen tanto dinero, los narcotraficantes seguirán existiendo.
antonionemi@gmail.com

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